
Se me hace que creer tiene hoy más que ver con elegir que con sentir. ¿¡Quién no quisiera esa magia para dormir entre leones, para descansar entre fieras!? La fe es ese poder; fe que es descanso, fe que es cura. ¿Opio del pueblo? Nunca estuve más cerca del mundo, del hermano. Nunca más abierto y amante de lo real. Bendito opio si en verdad es medicina que cura y despierta a la vida más que sustancia que duerme e hipnotiza. Porque eso es la fe: ¡despierta, mi alma… despertaré el día, despertaré la música y los bailes, despertaré la vida! O al menos, así lo fue para este hebreo, y así lo está siendo para mí.
Mi ser descansa en medio de los leones
ardientes de rabia contra los hombres:
sus dientes son lanzas y flechas
su lengua es espada afilada.
Tu grandeza está sobre los cielos, oh Dios,
¡sobre toda la tierra tu gloria!
Una red han tendido a mis pies,
un lazo a mi garganta,
han excavado una fosa delante de mi rostro,
en medio de ella han caído.
Firme está mi corazón, oh Dios,
firme está mi corazón.
Quiero cantar, quiero alabar.
Despierta, alma mía,
despierta, arpa y lira,
¡quiero despertar a la aurora!
Te alabaré en medio de los pueblos, oh Señor,
te alabaré entre las naciones:
«Grande hasta los cielos es tu amor,
hasta las nubes tu fidelidad».
Tu grandeza está sobre el cielo, oh Dios,
¡sobre toda la tierra tu gloria!
(Salmo 57/56)
Santi María Obiglio en PastoralSJ
Comentarios
Publicar un comentario